Fuente: miradaprofesional.com
BUENOS AIRES, julio 17: En esta columna de opinión, el especialista Jorge Rachid aborda nuevamente la producción pública de medicamentos como política de Estado. A través de un repaso histórico de la actividad, el ex titular de Laboratorios Puntanos reclama la reglamentación de la ley que regula y fomenta la producción estatal.
Nuestro país, pionero en Latinoamérica en la producción de medicamentos desde mediados del siglo pasado de la mano del doctor Ramón Carrillo y la empresa estatal EMESTA, que aunque devastadas en el golpe de estado del 55, dejó una estela de conocimientos y manejo en investigación y desarrollo que llevó a la Argentina a producir materia prima, que después las lógicas neoliberales, planteando el escaso mercado al no adquirir proyección latinoamericana, fueron boicoteando bajo la muletilla del "compre hecho" de las mentalidades coloniales que siempre anidaron en el país.
Hoy, en este proceso iniciado en 2003, se han conseguido avances en ir definiendo una política de medicamentos, primero con la Ley de genéricos parcialmente cumplimentada, una ley de Producción Pública de Medicamentos (PPM) 26.688, aún no reglamentada pese al tiempo transcurrido desde su promulgación por parte del ejecutivo nacional. A esto debemos agregar el decreto ley de trazabilidad, además de la ley que impide la venta libre de medicamentos, (siendo CABA el único distrito que no adhirió a la misma y vetó la Ley aprobada en su propia legislatura la ley PPM) y la puesta en marcha del Laboratorio Conjunto de las Fuerzas Armadas, son signos alentadores. Pese a la acción silenciosa y constante de un sistema de intereses que articulan laboratorios nacionales y multinacionales, con medios de comunicación masivos, la PPM fue avanzando con dificultades, siendo incorporada la RELAP (red nacional de laboratorios públicos) al ministerio de Salud aunque hasta ahora con fines estadísticos y de provisión del Plan Remediar, lo cual no es poco con respecto a la situación anterior de anomia absoluta, en especial tomando en cuenta la crisis del 2001, que como hoy Europa, la primera línea del desabastecimiento son los medicamentos, con el impacto social que eso significa en población enferma y su núcleo familiar.
Sin embargo en el largo camino de recuperar soberanía en salud, tenemos que recorrer el afianzamiento de la producción pública de medicamentos y la elaboración de una política de medicamentos que nos evite ser rehenes de sectores del lucro, en especial conociendo el despilfarro en los recursos de las salud que fluyen generosamente a los Laboratorios productores, cuyas cadenas de valor en el producto final no tiene parangón en ningún otro segmento de la industria, llegando a valores del 10.000 por ciento incluso en productos importados, no producidos en el país. Ese mecanismo ha roto la necesaria cadena de accesibilidad universal al medicamento, que es un bien social, no un producto de Mercado y que debe garantizar la preservación del Derecho Humano a la salud.
Los 36 laboratorios nacionales, provinciales, municipales y universitarios que existen en el país han realizado esfuerzos en soledad para abastecer la población en épocas de crisis y de vacas flacas.
Los laboratorios públicos junto al ANMAT, en la elaboración de una política comprendida en un Plan nacional de salud, por etapas, que preserve los sistemas de atención solidarios, fortaleciendo cada uno de ellos de diferentes maneras, pero la primera sin dudas es una racionalización del gasto del medicamento a través de la compra centralizada por parte del estado, a través de los laboratorios públicos y la RELAP de los medicamentos de alto costo y baja incidencia, la provisión sistemática al mapa de enfermos crónicos por parte de la PPM en hospitales, obras sociales provinciales y gremiales además del PAMI. Sólo esta política puede implicar un ahorro en el gasto total de salud de alrededor de 4 mil millones de dólares al año, sin dejar por supuesto de dar prestaciones, sino garantizándolas con esfuerzo propio.
Además debemos dejar de lado la entrada automática de medicamentos aprobados por la FDA (Estados Unidos), la UE (Unión Europea), Japón e Israel, siendo en el futuro aprobados dichos medicamentos por la autoridad de aplicación nacional. Eso es recuperar soberanía, ya que muchos medicamentos entran con escasos ensayos clínicos, convirtiendo a los argentinos en "conejitos de indias" de los grandes laboratorios, como se comprobó hace poco en ambiente hospitalarios con niños y adultos pobres y analfabetos que habían firmado el "consentimiento" a los ensayos clínicos a doble ciego.
Hace casi 5 años creamos un grupo de trabajadores de la salud, soñadores, la RELAP , después incorporada al Ministerio, pero sin definir una política de medicamentos que transforme la PPM en empresa testigo de precios ante las licitaciones, en la herramienta para comenzar a producir materia prima para Latinoamérica y sus 400 millones de compatriotas continentales, centralizando de las compras al exterior de los medicamentos de alto costo y baja incidencia, insumos médicos, siendo generadora de empleos genuinos y de investigadores científicos acoplados a las ciencias aplicadas y diseños estratégicos de país. Pero sin política todo puede quedar sólo en el esfuerzo de los héroes anónimos de todos los días, que producen medicamentos, de la misma calidad que los privados, con las mismas normas, con las "buenas prácticas farmacéuticas", volcando el esfuerzo en la salud de nuestro pueblo garantizando la accesibilidad.
BUENOS AIRES, julio 17: En esta columna de opinión, el especialista Jorge Rachid aborda nuevamente la producción pública de medicamentos como política de Estado. A través de un repaso histórico de la actividad, el ex titular de Laboratorios Puntanos reclama la reglamentación de la ley que regula y fomenta la producción estatal.
Nuestro país, pionero en Latinoamérica en la producción de medicamentos desde mediados del siglo pasado de la mano del doctor Ramón Carrillo y la empresa estatal EMESTA, que aunque devastadas en el golpe de estado del 55, dejó una estela de conocimientos y manejo en investigación y desarrollo que llevó a la Argentina a producir materia prima, que después las lógicas neoliberales, planteando el escaso mercado al no adquirir proyección latinoamericana, fueron boicoteando bajo la muletilla del "compre hecho" de las mentalidades coloniales que siempre anidaron en el país.
Hoy, en este proceso iniciado en 2003, se han conseguido avances en ir definiendo una política de medicamentos, primero con la Ley de genéricos parcialmente cumplimentada, una ley de Producción Pública de Medicamentos (PPM) 26.688, aún no reglamentada pese al tiempo transcurrido desde su promulgación por parte del ejecutivo nacional. A esto debemos agregar el decreto ley de trazabilidad, además de la ley que impide la venta libre de medicamentos, (siendo CABA el único distrito que no adhirió a la misma y vetó la Ley aprobada en su propia legislatura la ley PPM) y la puesta en marcha del Laboratorio Conjunto de las Fuerzas Armadas, son signos alentadores. Pese a la acción silenciosa y constante de un sistema de intereses que articulan laboratorios nacionales y multinacionales, con medios de comunicación masivos, la PPM fue avanzando con dificultades, siendo incorporada la RELAP (red nacional de laboratorios públicos) al ministerio de Salud aunque hasta ahora con fines estadísticos y de provisión del Plan Remediar, lo cual no es poco con respecto a la situación anterior de anomia absoluta, en especial tomando en cuenta la crisis del 2001, que como hoy Europa, la primera línea del desabastecimiento son los medicamentos, con el impacto social que eso significa en población enferma y su núcleo familiar.
Sin embargo en el largo camino de recuperar soberanía en salud, tenemos que recorrer el afianzamiento de la producción pública de medicamentos y la elaboración de una política de medicamentos que nos evite ser rehenes de sectores del lucro, en especial conociendo el despilfarro en los recursos de las salud que fluyen generosamente a los Laboratorios productores, cuyas cadenas de valor en el producto final no tiene parangón en ningún otro segmento de la industria, llegando a valores del 10.000 por ciento incluso en productos importados, no producidos en el país. Ese mecanismo ha roto la necesaria cadena de accesibilidad universal al medicamento, que es un bien social, no un producto de Mercado y que debe garantizar la preservación del Derecho Humano a la salud.
Los 36 laboratorios nacionales, provinciales, municipales y universitarios que existen en el país han realizado esfuerzos en soledad para abastecer la población en épocas de crisis y de vacas flacas.
Los laboratorios públicos junto al ANMAT, en la elaboración de una política comprendida en un Plan nacional de salud, por etapas, que preserve los sistemas de atención solidarios, fortaleciendo cada uno de ellos de diferentes maneras, pero la primera sin dudas es una racionalización del gasto del medicamento a través de la compra centralizada por parte del estado, a través de los laboratorios públicos y la RELAP de los medicamentos de alto costo y baja incidencia, la provisión sistemática al mapa de enfermos crónicos por parte de la PPM en hospitales, obras sociales provinciales y gremiales además del PAMI. Sólo esta política puede implicar un ahorro en el gasto total de salud de alrededor de 4 mil millones de dólares al año, sin dejar por supuesto de dar prestaciones, sino garantizándolas con esfuerzo propio.
Además debemos dejar de lado la entrada automática de medicamentos aprobados por la FDA (Estados Unidos), la UE (Unión Europea), Japón e Israel, siendo en el futuro aprobados dichos medicamentos por la autoridad de aplicación nacional. Eso es recuperar soberanía, ya que muchos medicamentos entran con escasos ensayos clínicos, convirtiendo a los argentinos en "conejitos de indias" de los grandes laboratorios, como se comprobó hace poco en ambiente hospitalarios con niños y adultos pobres y analfabetos que habían firmado el "consentimiento" a los ensayos clínicos a doble ciego.
Hace casi 5 años creamos un grupo de trabajadores de la salud, soñadores, la RELAP , después incorporada al Ministerio, pero sin definir una política de medicamentos que transforme la PPM en empresa testigo de precios ante las licitaciones, en la herramienta para comenzar a producir materia prima para Latinoamérica y sus 400 millones de compatriotas continentales, centralizando de las compras al exterior de los medicamentos de alto costo y baja incidencia, insumos médicos, siendo generadora de empleos genuinos y de investigadores científicos acoplados a las ciencias aplicadas y diseños estratégicos de país. Pero sin política todo puede quedar sólo en el esfuerzo de los héroes anónimos de todos los días, que producen medicamentos, de la misma calidad que los privados, con las mismas normas, con las "buenas prácticas farmacéuticas", volcando el esfuerzo en la salud de nuestro pueblo garantizando la accesibilidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Haga su comentario aquí. El mismo será publicado pero no podrá ser respondido
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.