04 Feb. 2011
Fuente: PMFarma.com
Tanto hospitales como farmacéuticos están cada vez más preocupados acerca de la escasez de fármacos. Y es que hasta 178 fármacos pueden considerarse escasos hoy en día, triplicando la cifra de 2005.
Los fármacos escasos son a menudo genéricos de bajo margen que contribuyen poco a los resultados económicos de sus fabricantes. Por lo tanto, hay poco incentivo para arreglar los problemas cuando éstos surgen. Un claro ejemplo es la decisión de Teva Pharmaceutical Industries de dejar de fabricar el anestésico propofol. Los problemas en la planta de Irving, California, instaron una retirada ya que la FDA encontró problemas de fabricación significativos allí. La compañía decidió abandonar el fármaco debido a que, como dijo una portavoz en ese momento, Teva no obtenía casi ganancias de él.
Hospira recientemente decidió parar de fabricar otro anestésico, tiopental sódico. Esa opción captó mucha atención debido a que el fármaco es parte del ‘cóctel’ utilizado para ejecutar a los prisioneros condenados a muerte. Aunque fue una decisión comercial concreta: problemas de elaboración en Carolina del Norte detuvieron la producción; mudarse a Italia se volvió un problema político y el fármaco solamente representaba una fracción mínima de las ventas de Hospira.
El problema es que los hospitales dicen que ahora deben sustituir los medicamentos escasos que no pueden conseguir por fármacos menos efectivos. A menudo, los fármacos que escasean no tienen sustitutos directos, aseguran desde la Administración. Y muchos de estos son fármacos para el cáncer o anestésicos, por lo que los pacientes de oncología deben aceptar quimioterapias alternativas o un tratamiento tardío, y algunas cirugías son canceladas a último minuto.
Una solución a ello sería que la Administración buscara proveedores alternativos, siempre que conozca que un fármaco va a escasear y siempre que haya alternativas. Aunque deberíamos poder buscar soluciones más efectivas.
Los fármacos escasos son a menudo genéricos de bajo margen que contribuyen poco a los resultados económicos de sus fabricantes. Por lo tanto, hay poco incentivo para arreglar los problemas cuando éstos surgen. Un claro ejemplo es la decisión de Teva Pharmaceutical Industries de dejar de fabricar el anestésico propofol. Los problemas en la planta de Irving, California, instaron una retirada ya que la FDA encontró problemas de fabricación significativos allí. La compañía decidió abandonar el fármaco debido a que, como dijo una portavoz en ese momento, Teva no obtenía casi ganancias de él.
Hospira recientemente decidió parar de fabricar otro anestésico, tiopental sódico. Esa opción captó mucha atención debido a que el fármaco es parte del ‘cóctel’ utilizado para ejecutar a los prisioneros condenados a muerte. Aunque fue una decisión comercial concreta: problemas de elaboración en Carolina del Norte detuvieron la producción; mudarse a Italia se volvió un problema político y el fármaco solamente representaba una fracción mínima de las ventas de Hospira.
El problema es que los hospitales dicen que ahora deben sustituir los medicamentos escasos que no pueden conseguir por fármacos menos efectivos. A menudo, los fármacos que escasean no tienen sustitutos directos, aseguran desde la Administración. Y muchos de estos son fármacos para el cáncer o anestésicos, por lo que los pacientes de oncología deben aceptar quimioterapias alternativas o un tratamiento tardío, y algunas cirugías son canceladas a último minuto.
Una solución a ello sería que la Administración buscara proveedores alternativos, siempre que conozca que un fármaco va a escasear y siempre que haya alternativas. Aunque deberíamos poder buscar soluciones más efectivas.
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