domingo, 15 de septiembre de 2013

BIOLÓGICOS Y BIOSIMILARES: "SE TIENE QUE TENER UNA CULTURA DE FARMACOVIGILANCIA O UNA CULTURA ADECUADA"

Lo dijo Thomas Schreitmüller, PhD en Bioquímica de la Universidad de Munich y Analytical R&D and Quality Control Biotech Products en Roche Pharma, disertante invitado al XIIº Curso Superior Universitario de Alta Gestión de Calidad en Servicios de Salud” (UCA), dirigido por Cristina Ferrari. El expositor habló sobre farmacovigilancia aplicada a medicamentos biológicos y biosimilares; calidad y seguridad de dichos productos y alcances de la autoridad regulatoria.
Biológicos y biosimilares: “Se tiene que tener una cultura de farmacovigilancia o un sistema adecuado”
Thomas Schreitmüller, PhD en Bioquímica de la Universidad de Munich y Analytical R&D and Quality Control Biotech Products en Roche Pharma
 Fuente: Baires Salud(27-08-2013) Schreitmüller comenzó su ponencia contando que la FDA ha hecho un número con la cantidad de moléculas que pueden encontrarse en un frasco de medicamento biológico: 100 millones diferentes. Luego, invitó a pensar que no existe ninguna metodología analítica que pueda resolver tantas moléculas distintas. Por eso, explicó, el concepto de productos genéricos, aplicado por muchos años, no puede usarse para esta clase de productos. “Siempre vamos a tener interrogantes. Solamente la totalidad de la caracterización analítica, pre clínica y clínica, verdaderamente nos va a dar la respuesta sobre si un producto es similar a otro”, señaló.
El ejecutivo hizo hincapié en que siempre habrá interrogantes, pero para mitigar el riesgo, la muestra de similaridad debe crecer en base de calidad y eficacia, eso significa que cada producto tiene que hacer estudios de calidad pre clínicos y clínicos, con un producto de referencia. Todo esto en consonancia con lo publicado por la OMS en su guía 2009.
A diferencia de los estudios clínicos, el diseño debe ser de equivalencia. ¿Por qué? Dado que no se quiere un biomejor, tampoco uno peor, sino un biosimilar. “Muchos dicen que se pueden hacer estudios clínicos de no inferioridad, pero eso no es recomendable, porque no va a excluir superioridad y un producto puede ser superior en eficacia, pero peor en materia de seguridad. Por eso, la cosa importante siempre debe ser la similaridad y la equivalencia”, destacó. Y agregó: “También la extrapolación es posible. ¿Qué significa?, que puedo con datos clínicos generados en una indicación de este producto extrapolar a otros indicadores sin hacer estudios. Eso va a hacer una justificación teórica”.
Thomas indicó que la OMS también dice que la implementación de estos principios es cosa de las autoridades nacionales; aunque deja claro que se deben implementar en su totalidad. “Infelizmente, veo en muchos países que las autoridades regulatorias están sacando unos principios de esta guía y dejan otros. Y en base a esa regulación, dicen que tienen una regulación de biosimilares, pero no es verdad, porque también hay otros caminos posibles cuando uno se aleja de estos principios”, argumentó.
El disertante planteó la farmacovigilancia como un principio fundamental. Esto se debe a que los estudios clínicos que se hacen son abreviados y por eso se tienen que seguir los productos cuando están en el mercado, para verdaderamente estar seguros de que no hacen daños a los pacientes. “La guía no está hablando sobre intercambiabilidad y sustitución de estos productos. Estas también son preguntas muy importantes, porque cuando tengo estos estudios abreviados tengo siempre un riesgo, ¿puedo simplemente intercambiar o sustituir estos productos?”, se preguntó.
Schreitmüller planteó la realidad de muchos países y sus agencias regulatorias, que han atendido los workshop hechos por la EMA y la OMS, realizándose otro interrogante: ¿qué hacemos con los productos que ya están en el mercado y quizás no cumplen con estos requisitos de biosimilaridad? ¿Cómo vamos a tratar estos productos? Según el expositor, son cuatro las propuestas que circulan en la actualidad y todavía no hay una decisión sobre una recomendación:
1- Dejar los productos en el mercado, reforzándose la farmacovigilancia
2- Retirar ya mismo los productos
3- Quitarlos solamente cuando se encuentre un problema de eficacia o seguridad
4 - Dejarlo en el mercado, por ejemplo, por un período de 4 años, para dar a los fabricantes el tiempo de generar los datos de biosimilaridad. Si pueden demostrarlo, se quedan en el mercado; los que no, se tienen que retirar.
“Yo tengo problemas con los cuatro puntos, porque primero en todos estos países donde están dichos productos registrados como genéricos la farmacovigilancia no existe o es muy débil. Entonces, qué puedo reforzar cuando algo no existe. Primero se tiene que tener una cultura de farmacovigilancia o un sistema adecuado”, dijo Schreitmüller. Y agregó: “Con respecto a la segunda opción, en muchos países hay pacientes que no tienen otra opción que la copia. La tercera iniciativa también se relaciona con el primero punto, porque si no tengo un sistema de farmacovigilancia, ¿cómo voy a encontrar eso? Además no creo que un sistema de farmacovigilancia sea capaz de encontrar un problema en eficacia, quizás sí de seguridad. Pero si la eficacia de un producto es 50% más bajo en comparación al otro, la farmacovigilancia nunca va a encontrar una opción así.”
Por último, sobre la cuarta opción manifestó que si bien podría ser aceptable, él no cree que cuatro años sea el número adecuado. Dos deberían ser suficientes. Se tiene que estudiar el riesgo y las opciones por cada producto. Si la opción existe, sí darle unos años para generar estos datos. La decisión, según Schreitmüller, debiera ser caso por caso.
Thomas avanzó luego en la comparación de las guías de seguridad desarrollada por la EMA y la FDA. “Hoy la EMA es líder en este tema”, aseguró. “La FDA está más lejos, tienen sus guías, pero todos los conceptos nuevos relacionados a la biosimilaridad salen del organismo europeo. También la guía de la OMS parte de escritos de la EMA porque ellos son los que tienen la experiencia con estos productos. Actualmente, los productos registrados en Europa son biosimilares. Algunos se han retirado porque se han dado cuenta que no van a cumplir con los requisitos y otros fueron rechazados porque no cumplieron con la biosimilaridad.”
“Recientemente EMA ha publicado una guía nueva sobre anticuerpos monoclonales biosimilares. Antes ya hemos escuchado de la complejidad de estos productos y es a nivel de funcionalidad. Todos estos anticuerpos tienen un montón de funciones diferentes en el cuerpo de los pacientes y pueden inducir respuesta celular para matar células del tumor, pueden inducir fagocitosis y muchas de estas funciones ya están relacionadas con el modo de acción de este producto, pero también con la seguridad. Muchas modificaciones, pueden inducir o tener un gran efecto en la potencia de estas funciones. Por eso, son tan importantes los estudios clínicos”, continuó el expositor.
Por todo ello, remarcó que es fundamental asegurar que la biosimilaridad y la eficacia sean conservados. “Como segundo principio, demostrar similaridad en eficacia y seguridad, no el beneficios para el paciente, porque eso ya lo ha mostrado el producto de referencia. Todos los estudios se tienen que hacer con la intensión de detectar diferencias.”
“La FDA recién ha publicado unas guías relacionadas a los biosimilares. A mi, particularmente, me gusta más la que aborda el tema de la calidad. Hay unas frases muy importantes que hablan sobre porqué es necesario el concepto de biosimilaridad. Muchas veces se escucha que el fabricante del producto originador hace cambios en su proceso de manufactura, produciendo ellos mismos sus biosimilares, y reciben la aprobación de estos cambios sin hacer estudios clínicos. Pero en las guías la FDA dice algo muy claro: mostrar que un producto es un biológico va a necesitar datos más extensos y comprensivos que hacer la comparabilidad de materiales antes y después de un cambio en un proceso de manufactura. El fabricante que va a cambiar su proceso de manufactura tiene conocimiento tanto del producto como del proceso y con eso puede justificar el cambio en el proceso. En contraste, el fabricante del biosimilar va a empezar de cero, no tiene ninguna experiencia ni conocimiento, Por eso este concepto es tan importante”, remarcó Thomas.
Los principios de la guía elaborada por la FDA dicen que se tomará la totalidad de la evidencia, esto significa que son estudios de calidad pre clínicos y clínicos. La decisión estará tomada en base a todos estos pilares. Permiten la extrapolación a otras indicaciones cuando el fabricante la trae y esa es la gran diferencia con Europa. “Aceptarán datos de un producto de afuera de lo Estados Unidos, normalmente todas las guías dicen que cuando yo hago un estudio de biosimilaridad tengo que compara el producto en el mismo país y con eso tengo que hacer los estudios de biosimilaridad. Pero ahora muchas compañías ya tienen productos registrados en la comunidad europea y han hecho los estudios con material comprado allí. Si el fabricante puede mostrar la comparabilidad entre el material comprado en USA y en Europa ahí puede usar los datos clínicos generados para la registración en Estados Unidos. Ahora Europa también va a cambiar esto y va a permitir lo mismo cuando el fabricante hace sus estudios con material comprado en EEUU”, culminó Schreitmüller.
FUENTE: Equipo BaireSalud - Por Silvina Iturralde

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