domingo, 24 de octubre de 2010

LOS HERMANOS SALVADORES: UN NUEVO CAPÍTULO DE LA MEDICINA DE ÚLTIMA GENERACIÓN

Fuente: biotech.bioetica.org

Por Matilde Sellanes

Lo cierto es que los Hermanos Salvadores o Savior Siblings, ya que la saga es obviamente de origen sajón, no son otra cosa que bebés creados “a pedido y a medida”, modificados genéticamente cuando eran un embrión para poder aportar tejidos idénticos a los que precisa un hermano que usualmente padece una enfermedad extraña o incurable, y que requiere de un trasplante histocompatible como terapéutica con un buen margen de probabilidades de éxito. Veamos el comienzo de una historia reciente:

El número del 4 de mayo de 2003 del New Scientist, informaba que un equipo de investigación del Instituto de Genética Reproductiva de Chicago había llevado a cabo exitosamente la gestación y nacimiento de cinco niños, respondiendo a solicitudes de diferentes familias, mediante la técnica habitual de fecundación in vitro (FIV) a la que había adicionado una reciente tecnología de Diagnóstico Genético Pre-implantacional (PGD). Mediante esta técnica combinada, se determinó y seleccionó entre los embriones obtenidos de cada pareja aquel que resultaba tener la constitución genética buscada. El objetivo en este caso era que una vez nacidos, estos niños proveyeran o fueran una suerte de “dadores por voluntad paterna” de células estaminales de cordón umbilical para ayudar a hermanos mayores que padecían enfermedades graves no hereditarias. En esta oportunidad, eran casos de leucemia (una enfermedad en ocasiones sin cura posible pero con un amplio espectro potencial de aplicación), y un tipo raro de anemia llamada de Anemia de Diamond Blackfan.

El test de PGD fue practicado en estadios muy primarios de los embriones, seleccionándose solamente aquel que mostraba el patrón genético óptimo respecto al buscado. En total fueron creados 28 embriones, de los cuales 23 fueron descartados. Estos embriones restantes, “perfectamente sanos también”, según declaraciones de Anver Kuliev, uno de los médicos de Chicago que integraban el equipo (donde coparticiparon británicos y estadounidenses), fueron congelados para un “potencial uso a futuro”, si bien tal como están las cosas nada impide que eventualmente terminen siendo descartados, como señalaron especialistas en bioética europeos y estadounidenses en ocasión del anuncio.

Este procedimiento de diagnóstico genético previo a la implantación del embrión, practicado por primera vez por médicos británicos en 1989, puede considerarse como una extensión de la fertilización in vitro (FIV), donde se remueven los óvulos de los ovarios femeninos (previamente sobrestimulados para una mayor producción de ovocitos maduros) y se los fertiliza con esperma en el laboratorio. Tres días después, cuando los embriones resultantes han crecido a un estadio de 8 células, los médicos pueden sacar una sola célula de cada embrión y usar el PGD para escanearla en busca de defectos genéticos o anormalidades cromosómicas. De esta manera se seleccionan los embriones más adecuados al propósito buscado y se implantan en el útero materno en un número variable de uno a cuatro, para su posterior desarrollo. Al 2004, los especialistas han practicado unos 6.500 ciclos de PGD a nivel mundial, y han nacido unos 1000 niños con esta tecnología en la última década[1].

El PGD permite monitorear aproximadamente unas dos docenas de enfermedades identificadas con defectos genéticos, como la fibrosis quística, la E. de Tay Sachs o la distrofia muscular entre otras, habiéndose llegado a aplicaciones más recientes que logran detectar ciertas enfermedades hematológicas. Si bien de lejos el principal uso de estos tests, cuyo costo en los EEUU oscila entre los 2.500 y 4.000 dólares, a los que se suman otros 6.000 a 12.000 dólares para la fertilización in vitro, lo hacen parejas infértiles o de edad avanzada a los fines procreativos, pero últimamente son cada vez más buscados por padres de niños con afecciones genéticas.

Actualmente en los EE UU es legal producir embriones mediante fertilización in vitro, y seguidamente evaluarlos para determinar si son un buen match (o donante adecuado) de células estaminales de cordón umbilical, para practicar un determinado tipo de trasplante de médula ósea a un hermano mayor enfermo cuando no hay donantes compatibles entre los familiares cercanos. No obstante, esto está prohibido en la mayor parte de los países, a menos que la selección también se haga para otra enfermedad y en el propio interés (presunto) del embrión seleccionado. En otras palabras, que implique un bien o utilidad para este último y no solamente un beneficio o utilidad para el hermano. En el caso del Reino Unido por ejemplo, en ese momento estaba permitido seleccionar embriones para evitar el nacimiento de bebés con enfermedades genéticas, pero no para ayudar a vivir a otro niño.

Desde ya el tema es más que delicado y profundo desde el punto de vista científico y ético, si bien no es nuestro propósito aquí abordarlo desde esas vertientes. Pero no se puede pasar por alto sin comentario alguno que, obviamente, la raíz última que divide el debate en estos enfoques radica en la aceptación o no de la categorización del embrión como persona desde el momento mismo de la concepción, e incluso de la “determinación” del momento de la concepción: vale decir si es en el momento en que un óvulo es fertilizado por un espermatozoide, como clásicamente se ha considerado, o bien luego de la implantación o anidación de este embrión en el organismo materno. Pero cualquiera sea la posición que se adopte en este sentido, en los casos que la selección de embriones está aceptada, con el criterio de que implique un bien o utilidad para ese mismo embrión y no para un tercero, como el diagnóstico de una enfermedad o anomalía severa, el “bien o utilidad” en cuestión en este caso es evitar el nacimiento, o no existir, vale decir una selección negativa.
Charlie y Jamie Whitaker: la historia dentro de la noticia

Si bien la noticia es que el equipo médico había llevado a cabo 5 procedimientos similares exitosamente, y había ya un antecedente similar en el Reino Unido, hubo un sólo caso que trascendió a los medios por voluntad de sus padres, Michelle y Jayson Whitaker, un matrimonio británico que optó por recurrir al Instituto de Estados Unidos, donde a diferencia del R. Unido, no hay regulación nacional para la fertilización asistida, para someterse a un tratamiento de fecundación "in vitro" con PGD, luego que las autoridades sanitarias británicas les negaran el permiso para realizar este tratamiento legalmente en el Reino Unido. Este caso, ampliamente expuesto en los medios y que generó además del debate una revisión de la legislación vigente, puede servir no sólo a los fines informativos, sino para análisis y reflexión de los lectores.

Jayson y Michelle Whitaker de Chester-le-Street en County Durham, Inglaterra, habían solicitado ya a mediados del 2002 a la autoridad de Fertilización y Embriología Humanas (HFEA) del Reino Unido, que autorizara a los médicos de ese país a utilizar técnicas de fertilización in vitro y tests de selección genética pre-implantacionales para gestar y seleccionar un bebé que fuera un donante perfectamente apto para su hijo Charlie, de 3 años. Charlie padecía una rara forma de anemia (Diamond-Blackfan) que le impedía la producción normal de glóbulos rojos, que afecta actualmente apenas unos 50 niños en el R. Unido y unas 600 a 700 personas en todo el mundo. La enfermedad limitaba su probabilidad de vida a alrededor de 30 años, y lo obligaba a someterse a un tratamiento permanente que incluía medicación inyectable diaria y una transfusión sanguínea cada 3 semanas para mantener la funcionalidad de su organismo. Su única posibilidad de llevar una vida normal era un trasplante de médula ósea de un hermano que fuera un donante histocompatible perfecto. Pero tal hermano no existía, ya que una hermana nacida el año anterior presentaba sólo un 50% de histocompatibilidad.

De modo que los Whitaker necesitaban otro hermano para Charlie, ya que la única opción era obtener células estaminales de cordón umbilical para el trasplante, y los médicos habían estimado entonces que éste debía de realizarse dentro de los próximos 18 meses para resultar exitoso. En el caso de que tuvieran otro hijo sin hacer una selección genética previa del embrión, las posibilidades de que resultara ser ese donante perfecto, eran sólo de 1 en 4, vale decir un 20%, porcentaje que con el PGD se eleva alrededor del 98%.

No obstante todos los aspectos descriptos, las autoridades sanitarias decidieron a fines de julio de 2002 que el procedimiento no podía ser realizado en el R. Unido, y no otorgaron la licencia necesaria. Las razones invocadas eran diversas, y probablemente la primera era la vigencia de leyes nacionales que prohibían el screening o análisis genético de los embriones salvo en aquellos casos en que hubiera un riesgo cierto de que fueran portadores de enfermedades genéticas graves y eventualmente evitar entonces el nacimiento. Ello no se daba en este caso, ya que los especialistas determinaron que las chances que un embrión fuera portador de la anemia de Diamond Blackfan eran de 1 en 50 casos, y que de todas maneras no se disponía de métodos diagnósticos de esta enfermedad en niños previo al nacimiento. Otras de las razones se referían al grado de incertidumbre y riesgo que implicaban los procedimientos, en particular la biopsia a un embrión temprano, cuyas consecuencias alejadas una vez nacido el niño no son aún suficientemente conocidas, lo cual obra a favor de aplicar el principio de precaución y no autorizar la práctica. En todo caso sería lícito tomar ese riesgo en orden a un posible beneficio para el niño por nacer, pero no para ayudar a otro ser humano, aunque se tratara de su hermano. Y un tercer argumento citado era la gran incertidumbre en cuanto a las consecuencias emocionales y sociales que podría tener a futuro un niño nacido expresamente con el propósito de salvar a otro.

Las voces en contrario de la resolución oficial manifestaron que no había razón para que un niño nacido con este propósito no fuera a ser querido y tratado por la persona misma que es, en tanto que los médicos que ofrecían el tratamiento, entre ellos el Dr. Mohammed Taranissi que era el nexo directo con los padres en el R. Unido, resaltaron que no hay evidencias que la biopsia embrionaria provoque daños ya que es una práctica de rutina en la fertilización asistida.

Los Whitaker luego de una crítica pública a la decisión oficial de su país, viajaron entonces a Chicago donde realizaron el tratamiento de fertilización in vitro, luego del cual se generaron 9 embriones a los que se les practicó el Diagnóstico Genético Pre-implantacional (PGD). Tres de los embriones pasaron exitosamente el test, en tanto que los otros 6 se descartaron por no adecuarse genéticamente al patrón del hermano. De los 3 aptos se tomaron los 2 mejores y se implantaron en la madre, de 30 años, con una probabilidad de culminar exitosamente el embarazo de un 50%. Por el lado del niño por nacer, si bien se buscó que su patrón genético fuera compatible un 100% con su hermano enfermo, se consideró que había sólo una muy pequeña probabilidad de que desarrollara él mismo la enfermedad.

A mediados de junio del 2003, nació James, el “hermano salvador”, sobre el que se especificó que no se había realizado ninguna otra selección de sexo o rasgos físicos como color de ojos o pelo. Lana Rechitsky, médica del Instituto de Reproducción Genética de Chicago (Estados Unidos), declaró a la BBC que "Jamie es el segundo bebé creado para obtener tejidos útiles que nace en el Reino Unido". Se extrajeron células madres del cordón umbilical del recién nacido, los padres deberían luego esperar dos cosas muy distintas: el resultado de análisis y estudios diversos para determinar si Jamie era un donante perfecto para Charlie de 4 años, y unos seis meses para comprobar que el recién nacido Jamie no sufra la misma enfermedad que su hermano.

El debate fue fuerte en Estados Unidos y más aún en el R. Unido, donde volvió a ponerse en el tapete la necesidad no sólo de revisar la legislación y regulación de fertilización asistida vigente entonces que databa al menos de 13 años, aunque oficialmente se la mantenía en constante revisión. Desde el punto de vista científico y tecnológico primaron los aplausos, y desde lo ético la discusión estuvo mucho más dividida. Sin embargo, una voz de fuerte resonancia académica planteó inmediatamente una objeción aún sin respuesta: Lord Winston, pionero en temas de fertilización en humanos y profesor del Hospital de Hammersmith interpeló públicamente “¿Puede alguien pensar en algún otro tratamiento médico al que se espere o pretenda que alguien se someta sin un consentimiento informado, y exclusivamente para beneficio de un tercero?” Remarcó además su preocupación sobre la posición de un niño como Jaime Whitaker con estas palabras “Este niño tiene para toda su vida el fantasma de haber nacido para beneficio de otro. Me parece increíble que la ley pueda ser cambiada. El tratamiento de trasplante con células estaminales del cordón umbilical podría fallar. Y si no resultara, ¿sería entonces el bebé un donante de médula ósea para su hermano? Y si un día uno de los riñones de Charlie fallara, ¿se esperaría entonces que Jaime donara uno de los suyos?”, agregó.

El 21 de julio de 2004, luego de una extensa revisión, el ente regulador de fertilidad y embriología británico (HFEA) comunicó públicamente que se flexibilizarían las leyes vigentes sobre el testeo genético de embriones humanos, para permitir que las parejas que concibieran un bebé mediante tratamientos de fertilización asistida con el objetivo de curar a un hermano enfermo, pudieran seleccionar los embriones más aptos y combinables con el tipo tisular del hermano, e implantarlos en el útero materno con vistas a un tratamiento “salvador del hermano” con células estaminales de cordón del recién nacido[2].

Charlie, cuya familia vive ahora en Derbyshire, es sometido regularmente a estudios y exámenes en el Hospital Pediátrico de Sheffield para determinar el momento en que esté en condiciones de recibir el tratamiento planeado. Cuando el médico a cargo del caso le dé el visto bueno, recibirá quimioterapia para desembarazarse de su médula ósea antes de ser trasfundido con las células estaminales tomadas y criopreservadas del cordón umbilical de Jamie, quien acaba de cumplir su primer año de vida. De ser exitoso el tratamiento como se prevee, no necesitará volver a ser trasfundido.

En los EEUU, las leyes que regulan la investigación con embriones humanos son altamente variables entre los estados y virtualmente no hay una legislación nacional sobre fertilización in vitro o embriología humana que se aplique a las clínicas e institutos privados de investigación. Además no hay financiamiento del gobierno federal para investigaciones que utilicen células estaminales embrionarias, a menos que las mismas hayan sido ya derivadas desde clínicas privadas.

En Francia, la investigación está detenida porque las leyes permiten que los científicos observen experimentalmente en laboratorio a los embriones solamente si puede demostrarse que es para beneficio de estos últimos. En Alemania hay una prohibición total de investigación con embriones humanos, pero se permite a los científicos importar células estaminales de cordón de otros países. En China y otros países del Lejano Oriente, hay poca o ninguna legislación del tema, lo cual ha llevado a especular que ya varios científicos estarían llevando a cabo experimentos de clonación en humanos[3].

Julio de 2004. Fuente: http://www.buenafuente.com




NOTAS:

[1] Landhuis E, Pre-implantation genetic diagnosis offers hope but prompts ethical concerns, HD Lightouse, 3-5-2004

[2] Britain Loosens Rules on Embryo Screening. Britain"s Fertility Regulator Decides to Loosen Rules on Screening Human Embryos, The Associated Press, July 21st, 2004

[3] Connor Steve, http://news.independent.co.uk/uk/health/ 2004, European Federation of Biotechnology

1 comentario:

  1. Cabe aclarar, por el tiempo transcurrido, que Charlie Whitaker fue transplantado ald año siguiente con todo éxito.
    No obstante, quise subir este documento ya que los argumentos a favor o en contra de los llamados "bebés medicamento" se encuentran más vigentes que nunca.
    MARÍA CRISTINA CORTESI

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